Mandato
Me gusta venir a cenar sola
y no hay vez que quien me atiende no asuma que estoy esperando a alguien.
No busco reivindicar la soledad,
pero me gusta venir a cenar sola.
A veces no quiero esperar a nadie.
Porque me gusta venir a cenar sola.
Porque me gusta venir a cenar.
Porque a veces no hay nada que esperar.
Porque con lo que hay, ya alcanza.
Y no busco reivindicar la soledad
pero a veces hay que cuidarla
del mandato y de la mirada.