Miedo y orgullo
De camino a la terminal, en una esquina a media cuadra de una escuela, veo cómo un abuelo despide a su nieta de unos doce años y la mira cruzar la calle.
Ella encara, punto fijo enfrente.
Yo cruzo a su lado.
Al llegar a la esquina, se da vuelta para confirmar a la distancia con su abuelo que lo ha hecho bien. Y con esa carita que mezcla miedo y orgullo encara para el colegio.
La primera vez que fui sola al colegio tenía unos doce años. Colectivo Lugano-Recoleta y unas cinco cuadras. Me temblaban las piernas y me caía alguna lágrima.
Hoy vivo combinando buses, trenes y aviones.
Encaro, punto fijo enfrente.
Y con esa carita mezcla de miedo y orgullo, me doy vuelta y miro a mi niña de doce años para confirmar a la distancia que lo estamos haciendo bien.
A veces crecemos.